24 may 2011

ángel sobreviela


RAFAEL SIN MANOS

La mano que no escribe en la jornada del hombre
es muñón que bendice en la alcantarilla de los sueños.
Un Rafael sin manos, un Sade sin cabeza,
reciben la oración de los obuses.
El vórtice tragó las manos de Gaudier Brzeska.
Las veo persiguiendo otras manos: rebaños de arañas
fluyen por intestinos de trincheras,
y Ezra está allí, sentado en Venecia, viéndolas pasar.
Ésos no escribirán, ni esculpirán, y yo les bendigo.
Saint-Ex no nos amó, ni nunca podría amarnos.
Une victoire affaiblit un peuple, une défaite en réveille un autre
En efecto, asomaos por encima del maldito Rin:
de la trinchera emergen los boches. Vencidos, meditan.
Destrozados, aprenden a escribir.
No escribamos nosotros. Tallemos el vacío.
El loto negro se ha posado en nuestra mirada.
Escribir es quedar expuesto a burlas y obuses,
no vale ni una gota de sangre intelectual.
Por cada artista muerto, la guerra amasa un vengador.
La hélice no segó todas las manos.
Volverán las sombrías ex –ciudades
a irradiar el tinglado del escombro,
y los poetas, entre sí, lucharán hasta la muerte.
Pero los maniquíes atropellados por las calles,
ésos que nos amaron, ésos no, nunca volverán.
El opio y su pirámide apoyan sobre mí sus siglos.
Una mañana eléctrica y nublada reposa
sobre la mano que tiende el audaz Marinetti.
Picasso, sin querer estrecharla, le replica:
“Señor, ¿no se ha enterado usted? Estamos en guerra.”